MAREA VERDE DE GRANADA APOYA LA LUCHA DE LA MAREA BLANCA
La ejemplar lucha de l@s trabajador@s de la sanidad en Granada, organizados en torno a la Plataforma de Trabajadores y encabezados por Jesús Candel, y el no menos importante apoyo de la plataforma ciudadana Granada por su Salud (que agrupa a trabajador@s, sindicatos, partidos políticos y a diversos movimientos cívicos) son una muestra clara de que algo está cambiando en Andalucía, y no sólo en Granada.
Tras 35 años de ejercicio continuado en el poder, el agónico PSOE-A ha perdido su capacidad de transformación social y buena parte de su conexión vital con la realidad ciudadana, pese a conservar desde el gobierno de la Junta una extensa red clientelar y un férreo control de los principales medios de comunicación de masas que le permiten seguir canalizando los impulsos de la sociedad civil, pese a que en realidad ni comprende ni aún menos acepta el sentido de estos movimientos ciudadanos que son vistos siempre como un riesgo para la perpetuación de su poder, por lo que deben ser rápidamente silenciados y eliminados, o institucionalizados, lo que es lo mismo.
Pero pese a la propaganda oficial (“En Andalucía no hay mareas”, Susana Díaz dixit) la realidad está lejos de acomodarse a los deseos de nuestros sempiternos gobernantes,
y donde se percibe con más claridad el desfase entre el discurso y los hechos es en sectores públicos como la educación y la sanidad, donde los recortes se han naturalizado de tal modo que acaban presentándose incluso como un logro, tal y como es el caso de la fusión hospitalaria de Granada, que ha sido defendida cínicamente por la Junta como una solución no discriminatoria y paliativa, por tanto, de la desigualdad entre diferentes zonas de Granada.
La unánime reacción social en contra de esta fusión -realizada en el marco de un megaproyecto de reordenación del mapa sanitario andaluz- y, sobre todo, la diversidad de
fuerzas que ha logrado alinear en oposición a los planes de la Junta muestran que los designios del poder están lejos de ser una ley irreversible de la naturaleza –tal y como se nos pretende hacer creer continuamente-, porque cuando la ciudadanía toma las riendas de su destino la democracia puede llegar a adquirir un sentido verdaderamente participativo y transformador.
Sin embargo, estamos aún lejos de poder constatar el fin de esta fusión hospitalaria y de las causas que la han provocado. En el momento actual nos encontramos con un principio de acuerdo entre la Gerente y la Junta de Personal insatisfactorio por, al menos, dos razones:
- El documento firmado por ambas partes no es el propuesto por las dos plataformas: reversión de la fusión y mantenimiento de dos hospitales completos con carteras diferenciadas, con urgencias finalistas e integrales. Las enmiendas introducidas por la gerente permiten interpretar fácilmente el acuerdo como una fusión encubierta, salvando las apariencias al mantener algunos servicios comunes pero no necesariamente independientes ni a tiempo completo en ambos hospitales. Por si hubiera alguna duda, la Gerente se lo ha confirmado a las Plataformas el día 29 de diciembre: no se va a revertir el proceso de fusión hospitalaria.
- No se reconoce a las Plataformas como interlocutoras en la negociación, pretendiendo eliminar de un plumazo al movimiento civil que ha puesto contra las cuerdas a la Junta de Andalucía. La Junta sólo reconoce a los organismos que ella misma ha creado, organismos que, como las Juntas de personal, han sido concebidas más como correa de transmisión y legitimación del poder – a cambio de puntuales concesiones laborales- que como herramientas al servicio de l@s trabajador@s y, menos aún, de la ciudadanía (que con unos números de teléfono y las hojas de reclamación ya tiene bastante).
En consecuencia, lo que la prensa afín ha calificado de solución no es sino un fiasco: no sólo se manipula una de las reivindicaciones sino que se conculcan las otras (por ejemplo, las dimisiones que se exigían) y, sobre todo, se niega la dimensión social del problema. Si diluir una demanda estructural (no a la fusión) en unos retoques técnicos es ya de por sí un engaño, eliminar el carácter social de esta demanda (la ciudadanía exige participar en la planificación sanitaria) es un claro signo de autoritarismo, muy alejado de los discursos propagandísticos sobre la democracia participativa y activa.
Si recordamos por un momento los principales puntos reivindicativos de las Plataformas (2 hospitales completos con carteras de servicios diferenciadas y urgencias finalistas e integrales, retirada del decreto de fusión, cese de los cargos que han propiciado la actual situación, cambio del nombre del hospital y hoja de ruta aceptada por las partes) veremos que las demandas directamente laborales parecen quedar en un segundo plano. La precariedad laboral de l@s trabajadores de la sanidad andaluza es, como en el sector de educación, muy alta y perjudicial para la calidad del servicio. La Junta de Andalucía, que mantiene muchas plazas ocupadas de modo interino y externaliza muchos servicios públicos, contribuye en gran modo al mantenimiento de un sistema de explotación y sojuzgamiento de l@s trabajador@s muy poco acorde con la ideología que pretendidamente inspira su acción política, aunque muy propicio para mantener a la gente callada y sumisa. Obviamente, entendemos que estas demandas están en el horizonte reivindicativo y deseamos que cuanto antes se pueda lograr, entre otras cosas, la estabilidad laboral, la recuperación de las plazas recortadas y la cobertura inmediata de las sustituciones. Aún así la ciudadanía debe valorar convenientemente que estas reivindicaciones hayan primado el bien común. Esta conciencia social y política de l@s trabajador@s del sector público ha caracterizado a las diversas mareas que han surgido en España, que han orientando su lucha hacia la defensa incondicional de lo público –contra las privatizaciones y sus perpetradores – y el empoderamiento social, algo que los partidos y sindicatos del régimen no están dispuestos a permitir. Porque hay que decirlo claramente: el problema no es técnico, sino político, y refleja claramente la crisis y deslegitimación de las instituciones políticas de este país.
La lucha, por tanto, no ha acabado y es seguro que, tal y como han venido haciendo hasta ahora, sectores públicos como la sanidad y la educación continúen movilizándose y pidiendo el apoyo de la ciudadanía, cada vez más consciente de su papel. Es por todo esto que la Marea Verde de Granada apoya a l@s trabajador@s de la sanidad en Granada y a las plataformas ciudadanas que promueven el fin de la fusión hospitalaria, así como a Jesús Candel, cuya valerosa actitud ha generado una gran empatía entre la ciudadanía. Así mismo, hacemos un llamamiento a toda la comunidad educativa para que el día 15 de enero acuda a la manifestación convocada en defensa de la sanidad pública.