En el océano presupuestario de los 29.000 millones de euros de la Junta, la Administración regional ha tardado cuatro meses en localizar 1,8 millones de euros para que los niños en riesgo alimentario pudieran tener algo que echarse a la boca cuando salían del colegio. En esos cuatro meses no se produjo retraso alguno en el pago de la nómina de ni un solo diputado, tampoco faltó gasolina para los coches oficiales ni se suspendieron cuchipandas pagadas con dinero público, pero no hubo manera de pegarle un pellizco al presupuesto para que estos niños afectados por el drama del paro en sus familias pudieran llevarse a casa un menú de subsistencia: pieza de pan, zumo de tetrabrik, fiambre y una magdalena...