ESCRIBÍ hace años: “Estudié en colegios de pago, muy convencionales, propios de la época y de la situación social de mi familia. Terminé harta de monjas y de la educación que me inculcaron”. Eran, claro, colegios sólo de niñas, en el que también estaban las clases de las “gratuitas”, otras niñas que asistían al mismo colegio, pero que entraban por puertas distintas; sabíamos que existían, pero jamás nos cruzábamos con ellas; … Accede al artículo completo
Opinión. Amparo Rubiales. Educación segregada
28 - agosto - 2012 Opinión | Prensa