El trámite parlamentario que acaba de iniciar la LOMLOE es una gran oportunidad para que se sienten en España, las bases que rigen la enseñanza en Europa: pública, aconfesional e integradora.
El próximo miércoles, día 28 de octubre a las 5 de la tarde, la Plataforma Europa Laica que integra a más de 70 organizaciones sociales, políticas y sindicales, ha convocado una concentración frente al Congreso para pedir que en la nueva ley orgánica de educación, la LOMLOE, que ahora comienza su tramitación parlamentaria, la Religión quede fuera del horario lectivo de los centros educativos.
La inclusión de la asignatura de Religión en el currículo escolar es una anomalía que se produce en una minoría de países europeos. En la mayoría de ellos, esta asignatura queda fuera de los recintos educativos, limitándose al ámbito privado donde la persona tiene todo el derecho del mundo a seguir las creencias que considere conveniente, o al menos queda al margen del currículo escolar, y si se imparte en el centro educativo, es fuera del horario lectivo.
Actualmente, en España la situación es distinta. Los Acuerdos con el Vaticano, que provienen de plena época franquista -de los años 50 del pasado siglo- y que tuvieron su continuidad con el llamado “Concordato” de 1979, establecen la presencia de la Religión Católica en nuestras aulas. El Estado Español debe cambiar esta situación. El inminente encuentro entre Pedro Sánchez y el Papa Francisco debe servir para que España ponga sobre la mesa la necesidad de derogar esos acuerdos que no se corresponden con la realidad de la sociedad actual.
El reciente atentado contra un profesor francés, ha provocado que las autoridades galas hayan reivindicado la laicidad de la escuela francesa como uno de los soportes fundamentales en los que se basa la República Francesa y lo han unido a valores como la voluntad de integración entre comunidades, los valores democráticos y la tolerancia. Estas expresiones en boca de moderados dirigentes políticos de nuestro país vecino, pone en evidencia hasta que punto la laicidad de la escuela debe ser un valor que transcienda los debates políticos y la confrontación de ideas.
En cualquier caso, la tramitación en el Parlamento de una nueva ley orgánica de educación es una oportunidad especial para sentar las bases de un tipo de educación que confluya con lo que hacen en esta materia los países de nuestro entorno. Sin embargo, el proyecto inicial aprobado dos veces por dos Consejos de Ministros distintos (15 de febrero de 2019 y 3 de marzo de 2020) adolece aún de muchas de las demandas que la Comunidad Educativa de la Enseñanza Pública ha venido defendiendo desde la aprobación de la LOMCE en 2013 y que, ha contando, durante todos estos años con el apoyo del PSOE, entonces en la oposición, hoy en el gobierno: el fortalecimiento de la Enseñanza Pública, la restricción de las subvenciones a los centros privados, la laicidad del sistema, el incremento de la financiación, la inclusividad, la disminución de las ratios, el cambio en el acceso a la función pública docente, la modificación de los currículos, la democratización de los centros educativos,… etc.
Esperamos del Parlamento que esté a la altura y sitúe la nueva ley que ha de regir nuestro sistema educativo en los niveles no universitarios en los próximos años, en un plano acorde a lo que impera en Europa y en lo que es propio de nuestro tiempo. Renunciando a principios democráticos, de modernidad y de equidad habrá cedido a poderosos intereses, pero al mismo tiempo, habrá condenado a que España siga alejada de la modernidad, al menos en el tema educativo.
Secretariado de la Confederación de STEs-i