La presidenta de Subcomisión de Violencia de Género del Consejo General de la Abogacía Española defiende la necesidad del trabajo conjunto de toda la sociedad para terminar de una vez por todas con la violencia sobre la mujer
“Impresiona pero es muy evanescente el efecto que causa el asesinato de una mujer”, lamenta
España tiene un problema. Lo tendría de hecho aunque solo hubiese un asesinato por violencia de género en nuestro país. Pero las cifras siguen siendo alarmantemente altas pese a los avances en la legislación que lucha contra ella. Doce años han pasado desde que se puso en marcha la Ley Orgánica 1/2004 pero las cifras de mujeres muertas a manos de sus parejas apenas han descendido. Se mantienen en unos niveles similares desde entonces. Una catástrofe contra la mujer que muchos coinciden en señalar que empieza con el machismo implícito en la sociedad. No en vano la mayoría de puestos directivos lo ocupan hombres por más que la tendencia invite a pensar lo contrario.
Filomena Peláez es una de esas mujeres que ha logrado romper el “techo de cristal” gobernado por corbatas y acceder a la presidencia de la Subcomisión de Violencia de Género de la Abogacía Española. No solo eso, es también la primera mujer al frente del Colegio de Abogados de Badajoz, mérito que extiende a toda la comunidad autónoma extremeña. Mantiene una lucha incansable desde siempre por concienciar a la sociedad, formar e informar dentro de la Justicia sobre los avances que se necesitan para que no haya ni un solo asesinato en España por violencia de género. Su labor no pasa desapercibida pues es una voz más que autorizada para hablar sobre cómo poner punto y final a este grave problema.
Por ello ha sido una de las principales ponentes del IV Encuentro de abogados y abogadas de Violencia de Género, celebrado recientemente en Granada. Un foro pensado para debatir sobre la formación de los letrados en esta materia y sobre todo, para avanzar como parte activa en la lucha contra esta violencia pues es tarea de toda la sociedad. Nos atiende con las ideas claras, sin ocultar ningún tabú y demostrando que para lograr el objetivo hay que luchar juntos.
Cuarto año celebrando un encuentro que desearían no tener que celebrar pero ¿qué objetivo persigue el IV Encuentro de abogados y abogadas de Violencia de Género?
El cuarto congreso lo organizamos desde el Consejo General de la Abogacía con carácter anual para procurar información de calidad que es necesaria en este turno especializado de abogados y abogadas de violencia de género que cada colegio tiene habilitados porque así nos lo exige la ley orgánica 1/2004 y nosotros con la intención de ir buscando las cuestiones más novedosas, las últimas reformas, las cuestiones que la práctica nos lleva a modificarlas… Es por lo que hacemos estos encuentros. Es la cuarta edición que luego trae causa en cada colegio de lo que nosotros hablamos y definimos para formar sus propios congresos o encuentros anuales. Este encuentro se hace para abogados y abogadas en violencia de género pero está abierto puntualmente a fiscales, forenses, psicólogos, policías, magistrados e incluso hasta un pediatra tenemos este año. Está enfocado a la formación especializada de los letrados y letradas que luego van a tener que llevar la defensa de los intereses de las víctimas de la violencia de género.
Usted es la presidenta de la Subcomisión contra la Violencia sobre la mujer. ¿Qué funciones cumple?
En la Subcomisión tenemos como objetivo integrar y homogeneizar lo que cada colegio o consejo autonómico hacía por su cuenta. Lo que hemos conseguido desde las subcomisiones es un grupo de compañeros responsables de sus colegios en asuntos sobre la violencia de género, que son quienes luego tratan la formación de los letrados y letradas de los turnos de oficio de violencia de género.
Lo que hacemos es tener la representación de la práctica totalidad del Estado y mediante los perfiles que nosotros les hemos ido proporcionando, que en cada colegio puedan realizar estas formaciones ajustadas a su realidad. Tenemos incluso una guía de buenas prácticas en donde enseñamos al letrado cómo debe atender a una víctima de esta clase de violencia. La idea principal es homogeneizar la formación de todos los colegios de abogados para el turno de oficio de violencia de sobre la mujer.
La violencia de género en España es una preocupación constatable según los datos de denuncias y asesinatos ¿en qué punto estamos como país en la lucha frente a este problema?
Se está avanzando, claro, si hablamos de la ley de protección, que es una ley de 2003, si hablamos del consenso, de todas las Cortes (Senado y Congreso), la ley orgánica 1/2004… Del 2004 hasta el 2016 es verdad que se ha avanzado mucho. En estos quince últimos años ha dado un vuelco importante el tratamiento de la violencia sobre la mujer. De todas formas muchas cuestiones, y este año dentro de la gran cantidad de reformas penales que ha habido algunas de mucho calado en cuestiones como por ejemplo de la defensa de los menores para incluir a los menores como víctimas también dentro de esta violencia.
Sí que ha habido cambios importantes, el Estatuto de la Víctima del delito que para las víctimas de violencia de género tiene unas características especiales… Lo que ocurre es que coincidimos en el diagnóstico que no todo puede hacerse por vía judicial, ni mucho menos. Vemos que lamentablemente no acabamos con la violencia, ya que la cuestión fundamental es la educación desde la casa, el colegio y hasta la universidad.
La Justicia opera pero ¿cómo debe luchar el Estado contra esta violencia?
Entendemos que con voluntad no se consigue todo. No basta la voluntad. La voluntad la tenemos y en la voluntad estamos. Pues aunque nosotros trabajamos mucho en la formación de los abogados y abogadas, también exigimos la calidad de la formación del resto de intervinientes: jueces, fiscales y los juzgados que atienden la violencia sobre la mujer, la especialización de las audiencias provinciales, ahí no hay especialización aunque en la ley de 2004 así lo dice. Por eso nosotros sí que reivindicamos esa necesidad de especialización y formación.
Ahora tenemos la suerte y la fortuna, cosa que agradecemos, de que en noviembre el Observatorio del Consejo General del Poder Judicial de Violencia Doméstica nos va a dar a los abogados del turno de oficio un premio muy prestigioso, el premio del observatorio. Es un premio anual que se da a personas que han destacado por su labor o su trabajo.
Para nosotros eso no es para relajarnos, al contrario, es un handicap para seguir intentando formarnos mejor. Porque con voluntad no es suficiente. Hace falta el compromiso de todos. Debemos aglutinar los intereses de todos, para que cada uno desde su punto de vista, desde su trabajo, pongamos todo en común para de verdad avanzar. Pero claro, no nos pueden decir que el Estatuto de la Víctima tiene medidas individualizada para cada una de ellas y luego decir la propia ley que no está prevista dotación económica. Exigimos que lo que se está pidiendo en las reformas penales luego se pueda llevar a la práctica.
Una de las causas que se señalan para hablar de violencia contra la mujer es el machismo latente. ¿En qué medida cree que está instalado en nuestra sociedad?
El machismo es muy difícil. No se puede quitar en una generación, que desaparezcan tantos años de unas determinadas raíces culturales. Se va cambiando poco a poco, pero se va cambiando. Yo soy optimista por naturaleza pero hay que perseverar en ese cambio social. Sí, es verdad que hay mujeres machistas, pero hay mujeres machistas porque no lo hacen con la voluntad de voy a defender al hombre para que machaque física o psíquicamente, lo hace porque entiende que el horror que nos ha tocado a cada una no les ha permitido ver ese cambio social que es desde luego la educación en igualdad.
Así que sí, la sociedad todavía es machista. Lo vemos en los micromachismos. Son aquellas actitudes que se van introduciendo en la vida normal y que no se aprecian. Realmente se están afianzando conductas machistas que se consolidan con ellas. Nos falta mucho por avanzar ya que habiendo cambiado la sociedad, te encuentras a gente joven reproduciendo modelos del pasado.
Usted fue la primera mujer al frente del Colegio de Abogados de Badajoz. ¿Ha notado que la llegada de mujeres a puestos directivos está logrando luchar contra el machismo?
Somos muy pocas todavía. En el Consejo General de la Abogacía somos 102 miembros y de ellos, solo 12 somos mujeres. Eso sí, aunque solo somos 12 mujeres, somos mujeres con criterio, de hecho nuestra presidenta es una mujer (Victoria Ortega Benito), la primera mujer presidenta del Consejo. Tenemos más criterio porque sabemos cuándo tenemos que hablar. Somos más prácticas, más directas y bueno, verdaderamente tenemos cosas que decir por nuestra condición de mujeres. Aunque falta mucho, nosotras entre comillas somos privilegiadas.
Es importante que haya funcionarias públicas o nosotras, las mujeres que hemos llegado alto en el escalafón de la abogacía. Pero luego en el grueso de nuestros clientes, en la sociedad, falta mucho todavía para romper el techo de cristal. Basta ver que en la apertura del año judicial las togas eran todas con corbata. Todas eran hombres. Sin embargo hay datos positivos porque en la última promoción de fiscales, la mayoría eran mujeres.
Volviendo a la violencia contra la mujer, ¿siente que se ha avanzado en estos años sobre cómo ven los jóvenes la violencia de género?
Debería haber sido así y muchos de ellos seguro que sí pero lamentablemente hay un número importante de jóvenes que ese cambio no lo perciben. Reproducen las mismas conductas abominables de otros tiempos. Ahora las redes sociales hacen que el control pueda llegar a ser absoluto, en el mismo instante esa persona puede estar controlada. Eso antes no podía pasar pues no había redes que te ubicaran en lugar y forma. Se ha modificado en ese sentido pero lamentablemente lo que subyace ahí del control, de cosificación de la mujer, existe en una parte de la juventud. Otra por supuesto que no, que adquiere nuevos valores. Creo que en definitiva tiene mucho que ver con la educación en igualdad. Con la educación que reciben en casa. Siempre se dice que se predica con el ejemplo y es cierto.
Hasta el momento van más de 30 mujeres asesinadas por violencia contra la mujer en nuestro país en lo que va de año. ¿Cree que la sociedad es consciente de que la violencia contra la mujer es un problema real?
Creo que hay veces que noto hartazgo en parte de la sociedad. La gente se asombra o se horroriza cuando hay un asesinato pero inmediatamente va a otra cosa. Impresiona pero es muy evanescente el efecto que causa el asesinato de una mujer. Cuando hablas de denuncias, cuando empiezas a hablar de denuncias falsas que no son verdad, que no son tales, yo noto en la gente un cierto hartazgo en el que piensan que ya estamos otra vez con la violencia. No lo tienen interiorizado porque si la gente no entiende que ver una actitud violenta no se debe recriminar, mal vamos. La violencia es una patología de la sociedad. Es de quien la produce, la provoca, la soporta y la consiente. No podemos ser espectadores de la violencia de otro. Todo el mundo debe implicarse.
En lo personal, ¿es difícil no empatizar con las víctimas?
Tenemos muy claro los abogados y abogadas en violencia de género que nosotros tenemos la obligación de empatizar con la víctima porque ten en cuenta que en la forma en que se desarrolla nuestro trabajo no podemos no hacerlo. Pues cuando la Policía o la Guardia Civil nos llaman y acudimos, esa es la primera vez en que vemos a esa señora que probablemente esté en un momento de shock tremendo, pues es una cuestión brutal ya que no ha sido agredida por un extraño. Ha sido agredida por el padre de sus hijos o su compañero sentimental, por alguien que le importa o que ella quiere.
Por eso nosotros tenemos que ganarnos su confianza para que pueda contarnos y nosotros valorar en qué situación estamos. Si es habitual, si es puntual, si es violencia física o si es psíquica… Si nos conviene un juicio rápido de conformidad y una condena inmediata o nos conviene un cambio de procedimiento para poder contar con más pruebas. Entonces lo hacemos de forma casi instantánea, casi en minutos pues nos está esperando el fiscal, nos está esperando el juez para resolver. Nosotros tenemos que saber despertar la empatía de forma inmediata. Desde el respeto. El asesoramiento y la información sin agobiarla y con empatía para que esa mujer pueda confiar en un extraño.
¿Qué porcentaje hay de denuncias falsas?
Muy pocas. Son el 0,014% según los informes de la Fiscalía General del Estado.
Hablemos del maltratador. ¿Está la Justicia enfocada a reinsertarlo?
No. La Justicia está enfocada a castigar, entre comillas, o a rehabilitar como principio general de reinserción de la pena, sí. Pero sobre la rehabilitación, a mi juicio, nos queda mucho por andar. Hay medidas en las que el condenado consiente, se realizan cursos de rehabilitación… Pero tienen que consentir y muchas veces lo hacen porque les viene bien para determinado permiso, para que la Junta de Tratamiento le dé algún informe positivo, más que por estar rehabilitados. Hay mucho que batallar ahí todavía para que realmente les hagan cambiar la conducta que han tenido.
Entiendo que se ha avanzado poco en ese sentido.
Sí. Creo que sobre eso hay mucho que andar. Son muchos apartados y nos hemos enfocado mucho en el castigo y en la protección de la víctima pero nos falta esa última parte. Sobre la cuestión de la rehabilitación hay gente muy optimista y también muy pesimista pero yo creo que es un camino que hay que recorrer. Habrá que perfilarlo y amoldarlo. Es complicado porque es cambiar la mentalidad de personas que tienen determinados comportamientos. Eso no se hace en un curso de quince días.
¿Y los medios de comunicación? ¿Debemos aprender a tratar esta información?
Sobre eso se ha hablado mucho. Por una parte ha habido tratamientos pésimos porque cuando se dice que una mujer muere hay que decir que la mujer ha sido asesinada. No ha muerto porque sí. Hay que ser riguroso y es verdad que los medios de comunicación habéis hecho un esfuerzo importante. Cuando se matiza que el agresor estaba bien considerado por sus amigos o por la vecindad, se dulcifica. Al final también se culpabiliza a la víctima. No se debe estigmatizar más a la víctima por los epítetos que se ponen al agresor. O también cuando se dice por ejemplo que la víctima era ecuatoriana. No. La víctima era una mujer.
Muchas veces lo que ocurre es que se antepone la nacionalidad y no debería ser así porque no es una cuestión que dependa de un país sino que desgraciadamente es una lacra mundial. Hay que dar datos sin hastiar a la gente, datos concretos sobre la violencia. Pero no solo los medios de comunicación sino también en las series de televisión se deberían seguir para que pudiéramos reprocharlo porque si no, siempre queda como algo que no nos atañe.
En pleno 2016, las nuevas tecnologías está muy extendidas, ¿en qué medida afectan a este tipo de violencia?
No nos damos cuenta del daño que pueden inferir a la víctima las nuevas tecnologías. Antes era fácil porque no encontrábamos ni redes sociales, ni móvil, ni el control del GPS, ni las fotos en Facebook. Ahora, a través de eso, el control es absoluto.
Entonces hay que saber utilizar las nuevas tecnologías. Muchas veces ellas no son conscientes de cómo pueden ser controladas a través de las nuevas tecnologías. Por supuesto no darles nunca contraseñas a la pareja. Porque hay veces que las cuestiones no son voluntarias ya que ellos toman la consideración de que, como la mujer es una cosa suya, toman el control.
Eso pasa mucho en la gente joven y eso nos preocupa mucho porque creen que así les demuestran que les quieren. Pero no. Son dos personas independientes y la intimidad empieza por preservaos el uno del otro, cada uno con sus propios datos. Pero sí, es muy importante porque hace mucho daño.
Para terminar y obtener una hoja de ruta ¿cuáles son los principales desafíos que encara nuestra sociedad para luchar contra esta violencia?
Ya tenemos identificado que, más que el Código Penal o las leyes, la educación importa mucho. Todos coincidimos en que la educación en igualdad es el principio del fin de la violencia. La violencia extendida. Cuando la sociedad entienda que la violencia de género es una patología social y que no afecta solo a determinadas personas, habremos avanzado. Porque la sociedad ahora mismo lo ve y lo consiente.
Creo en la importancia de la educación en igualdad, de todos los partidos políticos, sin colores, porque hay cosas que son tan obvias que todo el mundo tiene que estar de acuerdo. Aquí no valen colores de ningún tipo ni intereses partidistas. Cuando eso se consiga de verdad instalar en casa, en el colegio, en el instituto o en la universidad, habremos conseguido mucho en la lucha contra la violencia. Mucho más que con las condenas o con los castigos.
Publicada en eldiario.es