Hoy, 26 de septiembre, el Consejo de Europa organiza un año más el Día Europeo de las Lenguas, que tiene como objetivos generales destacar la importancia del aprendizaje de las lenguas, incrementar el plurilingüísmo y promover la diversidad lingüística como una auténtica riqueza cultural.
En Europa se hablan más de 200 lenguas. Esta realidad, que debería valorarse y reconocerse como un verdadero tesoro, muestra sin embargo demasiadas sombras: es evidente que no todas las lenguas reciben el mismo trato, ni disfrutan del mismo estatus. Mientras que el Consejo de Europa señala claramente que “la riqueza y la diversidad lingüística europea ha de ser preservada y reforzada”, en estados como el español no existe un pleno reconocimiento de las lenguas cooficiales ni hay un respeto a las lenguas minoritarias. La preponderancia del castellano sobre el resto de lenguas habladas en el estado -e incluso sobre las modalidades lingüísticas del propio castellano- es absolutamente apabullante en cualquiera de los ámbitos de la vida, desde la educación a los medios de comunicación, estando sometidas el resto de lenguas a una constante presión que en ocasiones puede poner en riesgo su propia pervivencia, en contra de lo acordado en distintos foros internacionales en cuanto a diversidad lingüística, cultural e identitaria.
Achicar a unas lenguas frente a otras no es sino secuestrar la diversidad y optar por el desprecio frente a la convivencia. Sin duda, la diversidad de lenguas -tanto en Europa como en el estado español- debe ser un patrimonio valorado por todas las personas e instituciones, eliminado toda contaminación empobrecedora a nivel cultural, así como superando los prejuicios centralizadores que solo sirven para ir orillando cada vez más la riquísima diversidad de la que formamos parte.