El reciente asesinato de un niño de 11 años en A Coruña a manos de su padre nos produce un eterno dolor y sentimiento de frustración e impotencia ya que, sin duda, era una víctima evitable.
El parricida asesinó a su hijo el pasado domingo 7 de mayo durante el régimen de visitas que se había estipulado. La madre del niño, separada hace ya 7 años de su exmarido, presentó denuncia en comisaría ese mismo día ya que éste no había devuelto al niño en el punto de encuentro familiar como estaba acordado. Al día siguiente, gracias a la investigación policial, el parricida confesó el crimen y el lugar donde se encontraba el cuerpo del niño.
Decíamos antes que era una víctima evitable y lo creemos porque la madre ya había denunciado a su exmarido en 2008 por coacciones. Denuncia por la cual fue condenado y se dictó una orden de alejamiento hasta 2013. Además ese mismo año le volvió a denunciar por amenazas en redes sociales, aunque no fue posible demostrar que él fuera el autor pese a los indicios que existían. También debemos tener en cuenta que, según relatan las personas allegadas, el niño no quería ir los fines de semana con su padre. Con estos antecedentes creemos que se tendrían que haber tomado medidas más drásticas para proteger al menor y a su madre. ¿Alguien cree que una persona que coacciona y amenaza a su exmujer puede ser un buen padre? Un maltratador nunca puede ser un buen padre. Por ello, pensamos que una vez más las instituciones jurídicas no han tenido la capacidad para garantizar la seguridad del menor y de su madre.
“Te voy a dar donde más duele” eso gritó el hombre a su mujer antes de arrojarse con su hija de un año desde una ventana del hospital madrileño de La Paz el 3 de febrero de este año. Y así es, el parricida tiene como único objetivo hacer el mayor daño posible a su mujer o exmujer, que es precisamente haciendo daño a sus hijos e hijas. Evidentemente, estos menores son asesinados como consecuencia de la violencia machista que ejercen sus padres sobre sus madres, por ello denunciamos que los menores son las otras víctimas del machismo.
Por desgracia, no se trata de casos aislados. Un total de 52 menores han sido asesinados por sus padres en la última década. Nos viene a la memoria el caso del parricida José Bretón, el cual asesinó a sus hijos, Ruth y José. Fue un caso que tuvo una amplia repercusión mediática y, como podemos comprobar, 6 años después seguimos sin desarrollar y aplicar las medidas preventivas necesarias para evitar que existan nuevas víctimas. En lo que va de año han sido asesinados por causa de la violencia machista un niño o una niña cada mes.
Creemos que los datos hablan por sí solos y que deben desarrollarse políticas con medidas concretas que garanticen la protección de las víctimas de la violencia machista, tanto de las mujeres como de sus hijos e hijas. Hay que parar esta atrocidad. No podemos permitir que a los maltratadores se les conceda la custodia compartida de sus hijos e hijas o régimen de visitas, como viene pasando, ya que en esos momentos dejamos a los menores totalmente desprotegidos. Muchos maltratadores utilizan como “arma” en el proceso judicial el Síndrome de Alineación Parental (SAP) para conseguir el fallo favorable de la custodia compartida. De una manera sencilla podríamos decir que alegan que sus hijos e hijas no quieren verles porque sus madres les han aleccionado contra ellos. El SAP es un falso síndrome que no ha sido admitido como tal por ninguna de las organizaciones científicas sobre las enfermedades y trastornos mentales. Sin embargo, algunos magistrados lo siguen admitiendo como prueba. Llegando así a otorgar la custodia compartida a maltratadores o incluso a quitar directamente la custodia a la madre.
No queremos más víctimas del machismo, no queremos machismo, ¡queremos una sociedad igualitaria!
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